Reflexiones sobre el aceite de oliva virgen extra y errores habituales sobre este producto
Hoy quiero hacer algunas reflexiones sobre el aceite de oliva virgen extra y detenerme en algunos errores habituales sobre este producto. En mi opinión, hablar del aceite debería ser solo válido para hablar del aceite de la aceituna, de la que deriva su nombre. El aceite de oliva es el único aceite que procede de exprimir un fruto, a diferencia de las grasas que provienen de semillas, que se extraen por otros procedimientos. Por eso considero que solo se debería denominar aceite al zumo de las olivas o aceitunas.
Es más, quizás el genérico aceite debería reservarse al de máxima calidad, al aceite de oliva virgen extra, el que no tiene defectos, el que es puro zumo, para distinguirlo del denominado comercialmente "aceite de oliva" que en realidad debería llamarse -en mi opinión- aceite de oliva procedente de refinado. Este producto que es el mayoritario en cifras de elaboración y consumo, no responde a la calidad que tiene un producto tan selecto, como el aceite de oliva virgen extra.
Siguiendo con el tema de las denominaciones y nomenclaturas, tampoco me gusta la generalización del término AOVE, un acrónimo de las siglas de aceite de oliva virgen extra, cuyo uso me parece tan innecesario como si hablásemos del CCL para referirnos al café con leche o si dijéramos JCIB para referirnos al Jamón de Cerdo ibérico de Bellota.
Dejando de lado el tema del nombre, en mi casa, cuando hablamos de aceite de oliva, o incluso cuando hablamos de aceite, siempre nos referimos al aceite de oliva virgen extra, el único que entra en casa, y que utilizamos tanto en crudo para aliños y ensaladas, como para cocinar.
Tengo en casa las clásicas garrafas de 3 o 5 litros para las frituras, sofritos y otras elaboraciones culinarias y también tengo botellas de aceites de oliva virgen extra de calidad premium, es decir de calidad excepcional, de distintas marcas y procedencias para usar a la hora de rematar platos con un hilo de aceite en crudo o para hacer vinagretas, aliños y otras preparaciones en crudo.
Entre las distintas clases que tengo en casa, yo tengo preferencia por los aceites monovarietales, ya sean elaborados con aceitunas picual, hojiblanca, cornicabra, empeltre, etc, aunque tengo también algunos coupages o mezclas de distintas variedades. Mi instinto y mi experiencia me hacen elegir unos u otros en función del plato al que vayan dirigidos.
En cuanto a zonas de procedencia, tengo inclinación hacia distintas denominaciones de origen e indicaciones protegidas como los aceites de Jaén, (Sierra Mágina, Sierra de Cazorla, y otros sin esa protección), de Córdoba (Priego de Córdoba, Baena y Lucena), DO Montes de Toledo y de Málaga (Antequera).
Finalmente en cuanto a marcas comerciales, mis aceites preferidos con los de Castillo de Canena, Casas de Hualdo, Dominus, Oro de Cánava y Oro de Bailén, entre otros. Siempre tengo ocho o diez botellas pequeñas en casa para su uso diario y voy alternando unas y otras.