Londres es tan impresionante que siempre se tienen ganas de volver (LONDON CALLING)
Me gustó tanto Menorca, que de buena gana me habría quedado allí los ocho días que tenía, pero las circunstancias nos hicieron cambiar de planes sobre la marcha, y como conocía un buen hotel en Londres (al decir bueno quiero decir bien situado y barato), logramos hacer una pirueta y, tras pasar unos días en Menorca, fuimos a Londres para otros cuatro días y regresamos a Madrid con dos viajes por el precio de uno.
Un factor determinante a la hora de decidirnos, fue que la Rubia Azabache (cuya leyenda sigue creciendo), no había estado nunca, y estaba seguro que descubrir Londres, para ella iba a resultar una gran experiencia. Bueno, ahí va la crónica más o menos en orden.
Curioso que cuando le cuentas a alguien que has ido a Londres, te pregunta… ¿y no fuisteis a Guachony Flush? (nombre ficticio) y le dices, “pues no, no nos dio tiempo”, te dice, “¿no fuisteis? Bueno, pues entonces como si no hubierais ido a Londres”. Me da mucha rabia… Solo es comparable a cuando te dicen al salir de un concierto de música, “bueno no ha estado mal, pero la vez que sí que tocaron bien fue en el concierto del año noventa y tres… Entonces sí que fue auténtico…”
Llegamos al aeropuerto de Gatwick la noche del jueves y tras tomar el tren (siete libras) a Victoria Station, tomamos un taxi (toma ya, a lo grande, pero ya habían cerrado el metro) hacia el hotel Columbia. Este hotel, clásico, muy bonito por fuera, enmoquetado a la británica por dentro, está en Lancaster Gate, con vistas a dicha puerta, una de las principales entradas del Hyde Park y con la estación de metro casi en la puerta. La habitación es digna, y el único pero a destacar es el terrible desayuno, con el peor café que jamás he probado en avión hotel o aeropuerto y un zumo de naranja, capaz de cortar la digestión al más curtido estómago. (Es el único pero que le encuentro al hotel)
Teníamos viernes, sábado, y domingo para ver todo porque el lunes regresábamos, y la rubia tenía que aprovechar para conocer todo, pasear, comprar, recorrer calles y mercados, visitar museos y admirar palacios y joyas de la Corona, así que el planteamiento era caminar mucho, comer en la calle o en Pubs, y cenar en restaurantes chinos, hindúes y asiáticos y aprovechar el tiempo.
VIERNES. Como nos levantamos pronto, comenzamos con un paseo por Hyde Park, viendo las fuentes italianas al principio del lago Serpentine, haciendo tiempo hasta las nueve para comprar barata la Travel Card (cinco libras) y de ahí nos fuimos a Victoria para recorrer la zona de Buckingham Palace, (ver el cambio de la guardia) y dirigirnos paseando por St. James’s Park, hacia el Big Ben, el Parlamento Británico, la Abadía de Westminster y la Noria, el London Eye de la que habló Alvaro. Como el cambio de guardia es a las once y media, nos daba tiempo a caminar hacia Westminster, donde visitamos la Abadía (seis libras), y nos dedicamos a averiguar cuantos nombres nos resultaban conocidos de entre los enterrados allí. Nos llamaron la atención las lápidas de Lewis Carrol, Charles Dickens, Isaac Newton, Ruyard Kipling, la del actor Sir Lawrence Olivier, o la del famoso explorador Dr. Livingstone, (supongo), entre otras... Es curioso que en esta Iglesia se mira más tiempo al suelo que al techo.
También es interesante ver allí la Silla de Coronación, de más de mil años de antigüedad donde coronan a todos los monarcas británicos, y en la que seguramente estará deseando sentarse el Principe Charles, (la eterna promesa) y la tumba al soldado desconocido.
De esta joya de Museo de Pintura, podríamos hacer un monográfico. Es una delicia ver las maravillas que tienen expuestas, pero podríamos destacar los cuadros de los Girasoles y la Silla de Van Gogh, la ejecución de Lady Jane Grey de Paul Delaroche, La venus del espejo de Velázquez, un autoretrato de Rembrandt, y los cuadros de la escuela del puntillismo, los primeros impresionistas franceses, Degas, Monet, los maravillosos y llenos de detalles cuadros venecianos de Canaletto, etc. Fue una auténtica experiencia placentera, recorrer con calma el museo, sentarnos, y disfrutar de esa estupenda pinacoteca. Mención especial para el retrato del Matrimonio Andolfini de Jean Van Eyck, que saboreamos detenidamente. Como regalito, cuelgo unos poquitos. (Se ven mejor en el álbum del blog en la columna de la izquierda)
El concurrido mercado de Portobello la mañana del sábado
El SÁBADO es el día de Portobello Market, en Notting Hill Gate. Para que cuando fuéramos estuviese ya todo montado, nos dedicamos a ver las ardillas de Hyde Park, caminamos por el lateral del lago, visitamos la estatua de Peter y salimos por Hyde Park Corner. Y ya, tomamos el metro hacia Notting Hill. Este famoso mercado, que hiciera aún más famoso Hugh Grant en la película Notting Hill, tiene varias zonas diferenciadas. Primero ropa moderna y de diseño, luego vintage y años sesenta, y a partir de ahí todo tipo de puestos, antigüedades y cosas curiosas. Recorrimos bastante, y nos gustaron sobre todo las tiendas de placas metálicas de artículos publicitarios, pubs, los puestos de máquinas fotográficas antiguas y demás zarandajas. Todo se preparaba para el famoso Carnaval de agosto en Notting Hill.
De ahí, nos encaminamos al Museo Británico (también es gratis) donde recorrimos las zonas de Grecia, Egipto, Mesopotamia, etc., la preciosa cúpula de la Biblioteca y, tras disfrutarlo, y sufrir algún codazo para ver la piedra Rosetta, ya estábamos agotados, por lo que nos metimos en un pequeño restaurante Thailandés, donde tomamos el menú del día (12 libras) que nos gustó. Empezaba a llover a ratos por lo que dudábamos si podríamos ver comodamente la Torre de Londres, y nos fuimos para Tower Hill.
La Torre de Londres es un castillo medieval que resulta muy entretenido de ver, porque puedes ver la recreación de cómo fue el castillo en la época de Henry VIII, ver las capillas, dormitorios, fosos y mazmorras, las salas de tortura, y la torre donde encerraban a los prisioneros. Además, se disfruta viendo a los Yeoman (o yeowoman) (Beefeaters) con su traje conocido por la etiqueta de la famosa Ginebra, cuya misión es proteger las joyas de la Reina y de la Corona y dar de comer a los cuervos para que así asegurarse de que se mantenga la dinastía en el poder. El cambio de la guardia resulta mucho más cómodo de ver en la Torre, ya que aquí no se da la aglomeración de Buckingham Palace, y después puedes ver y disfrutar de las joyas en la sala del Tesoro: El diamante más grande del mundo, engastado en el Cetro real y las distintas piezas simbólicas, el Orbe, las Coronas y anillos, la espada de coronación y otras maravillas y ostentaciones propias de las realezas. Supongo que a Letizia le encantará todo esto. Después de ver el Tower Bridge, (a todo el mundo le sorprende el color azulito celeste), cenamos en un italiano cercano al hotel (en Sussex gardens) ya que no teníamos muchas fuerzas para ir lejos del hotel después de todo lo que habíamos recorrido.
Esa noche, bueno esa y otras veinte más, el artista antes llamado Prince, y ahora llamado de nuevo Prince, actuaba en el O2 Arena, un local de Londres. Por desgracia no había entradas desde hacía meses, pero la verdad hubiera sido la guinda del viaje poder ver una actuación suya.
DOMINGO. Este es el día de Camden Town Market, el mejor mercado del mundo. No sé como describir este mercado para los que no hayan ido nunca. Es un sinfín de tiendas, puestos y almacenes donde encontrar casi de todo. Para los amigos de vestirse como las tribus urbanas es el paraíso. Allí puedes encontrar todo tipo de calzado, Dr. Martens, Botas de tipo paramilitar, Boogies, botas de drack queen, ropa de Mods, de Rockers, de Siniestros, de Hippies, ropa normal, ropa de diseño, ropa buena, mala, de lujo, de cualquier procedencia. La variedad de diseños de camisetas es infinita y los precios son francamente buenos. (Quiero decir bastante más baratos que en España) En este enlace, podéis ver bastante de lo que hay, pero no es comparable a ir personalmente.) El mercado formado por una sucesión de mercados Canal, Camden Lock y Camden Stables, está situado a orilla de unos canales sobre el támesis. Además tiene una gran zona de comidas del mundo, donde comprar comida para comer allí mismo, china, hindú, vietnam, española, argentina, belga, mexicana, de cualquier parte, por lo que puedes además aprovechar y comer barato barato (unas 6 libras por persona) y además con mucha variedad. Compramos camisetas y regalos, y unas chupas para el invierno. A la vuelta, pasamos por Oxford Street a comprar cositas en el Mark and Spencer, soltamos las compras en el hotel, y descansamos un poco para poder ir a cenar de nuevo a China Town. Fuimos a otro restaurante hindú, también baratito y rico.
El LUNES, recogimos la habitación, cerramos las maletas y fuimos en el autobús 94 a Victoria, allí tomamos el Gatwick Express para el aeropuerto porque ibamos un poco tarde (es más caro que el normal, éste costó 14 libras) y nos pusimos a la cola para facturar. Quedaron muchas cosas pendientes, para próximas visitas, pero ya estuvo bien en tan poco tiempo. Si tenéis más días, merece la pena conocer St. Paul's Cathedral, la Tate Modern Gallery, el Royal Albert Hall, el Museo Albert & Victoria, el teatro de Shakespeare, el H.M.S. Belfast, etc.
Salimos una hora tarde y llegamos a Madrid a las seis de la tarde